martes, 29 de julio de 2025

Los Optimistas utilizan patrones neurofuncionales semejantes ante el pensamiento proyectivo, en cambio los pesimistas son únicos

 

SCIAM                                                                                                                      21 de julio de 2025

Un estudio de escáner cerebral sugiere que los optimistas son iguales, pero los pesimistas son únicos.

Los optimistas tienen patrones similares de activación cerebral cuando piensan en el futuro, pero los pesimistas son todos diferentes entre sí, sugiere un estudio de escaneo cerebral.

Por Allison Parshall editado por Sarah Lewin Frasier

Gráfico que muestra emojis

Un nuevo estudio muestra que cuando las personas piensan en eventos futuros, los patrones de actividad neuronal de los optimistas son mutuamente similares, pero los patrones de los pesimistas son mucho más diversos.

 Asano Kohei/Sugiura Hitomi

Cognición

“Todas las familias felices son iguales; cada familia infeliz es infeliz a su manera”. Esta es la primera línea de la novela Ana Karenina de León Tolstói, y puede contener una pizca de verdad que va más allá de la dinámica familiar. En un estudio reciente sobre el optimismo , los neurocientíficos encontraron un principio equivalente en juego: los optimistas compartían patrones similares de actividad en una región clave del cerebro cuando imaginaban eventos futuros, pero los patrones cerebrales de cada pesimista eran únicos . Los resultados ayudan a los neurocientíficos a comprender qué distingue al optimismo del pesimismo en el cerebro. Esta es una pregunta importante porque el optimismo se asocia con una mejor salud física, mental y social . Los resultados se publicaron el lunes en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias de EE. UU.

“Tendemos a pensar que imaginar el futuro es un acto profundamente personal y subjetivo”, afirma Kuniaki Yanagisawa, autor principal del estudio y psicólogo de la Universidad de Kobe (Japón). “Sin embargo, nuestro estudio demuestra que, especialmente en el caso de los optimistas, la forma en que nuestros cerebros lo hacen puede ser similar” y sugiere que estos marcos cognitivos compartidos para imaginar el futuro podrían explicar por qué conectamos con algunas personas, afirma.

Estudios previos han demostrado que los optimistas tienen redes sociales más amplias y una mayor aceptación entre sus pares. Yanagisawa quería comprender si este éxito social se debe únicamente a la personalidad, afirma, o si los optimistas podrían compartir un mecanismo cerebral fundamental que les facilita establecer conexiones sociales.

Los investigadores escanearon a los participantes en una máquina de resonancia magnética funcional (fMRI) mientras imaginaban eventos futuros específicos que les ocurrirían a ellos o a su cónyuge. Algunos eventos fueron positivos; otros, neutrales o negativos. Posteriormente, el equipo les pidió a los participantes que completaran un cuestionario para determinar su nivel de optimismo o pesimismo. Los investigadores realizaron el estudio dos veces: una con un grupo de 37 participantes y otra con un grupo de 50.

Para analizar las imágenes cerebrales, los investigadores se centraron en una región particularmente activa al imaginar eventos futuros: la corteza prefrontal medial, ubicada en la parte frontal del cerebro. Compararon los patrones de activación cerebral en cada posible par de participantes y utilizaron pruebas estadísticas para determinar la similitud de las activaciones entre estos pares. El equipo descubrió que solo los pares formados por dos participantes optimistas presentaban una activación cerebral similar; los pares en los que uno o ambos participantes eran más pesimistas presentaban diferencias entre sí. Los investigadores también descubrieron que las personas optimistas mostraban mayores diferencias entre los patrones cerebrales para eventos emocionalmente positivos y negativos que las pesimistas.

Algunos estudios previos sobre rasgos sociales "positivos" han arrojado resultados similares. Un estudio de 2022 con escáneres cerebrales mostró que las personas que ocupaban una posición central en su red social tienen patrones de activación similares, pero que las personas menos importantes presentaban numerosas diferencias individuales o idiosincrasias. El mismo patrón se observó en otro estudio de personas con niveles bajos y altos de soledad . Elisa Baek, neurocientífica social de la Universidad del Sur de California y autora principal de ambos estudios, se refiere a estos resultados como ejemplos del " principio de Anna Karenina ", la idea de que los esfuerzos exitosos tienen características similares, pero que los fallidos son cada uno diferente a su manera.

“Una interpretación interesante [del estudio del optimismo], en consonancia con el principio de Ana Karenina , es que una persona puede ser pesimista de muchas maneras diferentes, mientras que las personas optimistas tienden a converger en unos pocos modelos mentales compartidos de un futuro esperanzador”, afirma Baek. En conjunto, estos estudios “podrían apuntar a un principio más general: estar en sintonía con los demás es un mecanismo fundamental que subyace a la experiencia de la conexión social”.

Si existe un principio de Anna Karenina que influye en los rasgos sociales positivos, ¿cuál sería su causa? Al fin y al cabo, los rasgos que consideramos "positivos" varían considerablemente entre sociedades, por lo que existe el riesgo de sesgo cultural. Yanagisawa cree que estos valores culturales podrían, de hecho, ser los causantes del efecto: orientan a las personas hacia un objetivo específico valorado en una sociedad, como ser optimistas o tener muchas conexiones sociales, lo que quizás lleve a esas personas a comportarse y pensar de forma similar con el tiempo.

También es posible que el optimismo, medido en este estudio, esté reflejando rasgos relacionados, como el nivel de soledad o la posición social de las personas. «Estos hallazgos convergentes plantean una pregunta importante sobre la superposición entre constructos como el optimismo, la soledad y la centralidad en la red», afirma Baek. «Dado que el nuevo estudio no controló la soledad ni la posición social, y mi trabajo previo no controló el optimismo, no está claro en qué medida estas dimensiones se superponen o se diferencian».

El optimismo y el pesimismo no son rasgos inmutables; tienden a cambiar con la edad, aunque sus trayectorias varían según la cultura. El optimismo tampoco es indiscutiblemente bueno. «El optimismo extremo podría no siempre ser positivo, ya que podríamos no planificar el futuro tan bien como deberíamos», afirma Aleea Devitt, psicóloga de la Universidad de Waikato (Nueva Zelanda), que estudia el pensamiento a futuro. Y «el pesimismo puede ser un rasgo 'positivo' útil en algunas situaciones; hay evidencia de que algunas personas pueden ser pesimistas defensivos , lo que de hecho puede ayudarles a prepararse mejor para el futuro».

 

Allison Parshall es editora asociada de Scientific American, donde cubre temas sobre mente y cerebro, y escribe los cuestionarios semanales en línea Science Quizzes . Como periodista multimedia, colabora con el podcast Science Quickly de Scientific American . Su trabajo también ha aparecido en Quanta Magazine e Inverse. Se graduó del Instituto de Periodismo Arthur L. Carter de la Universidad de Nueva York con una maestría en periodismo científico, de salud y ambiental. Es licenciada en psicología por la Universidad de Georgetown.

Link: https://www.scientificamerican.com/article/optimists-are-alike-but-pessimists-are-unique-bran-scan-study-suggests/?utm_source=Klaviyo&utm_medium=email&utm_campaign=TIS_072225&utm_term=similar%20patterns%20of%20brain%20activation&_kx=FjWAHynackSWY3ngmjsIWn3w7Lgmetm4sCX66YePywWqhVgSL-mWKHsx1HZSrrCW.WEer5A

Link Investigación: https://www.pnas.org/doi/10.1073/pnas.2511101122

 

miércoles, 16 de julio de 2025

Dormir Bien, sentirse mejor

 Un e-book de invitación a mejorar el estilo de vida

“La mente óptima: el viaje de Albert Morris” - Una Aventura neurocognitiva

 

Una Aventura Neurocognitiva

 

Por: Ricardo S. Puebla Wuth

¿Cómo es el cerebro en la mediana edad de las personas, cuando nos encontramos en la década de los 40’s, y nuestro viaje por el camino de la vida nos sitúa ya en la plena madurez? Acompáñeme en el recorrido de visita a la vida de Albert Morris, un especialista en la investigación del cerebro humano, y sepamos como es que el ha llegado a prepararse para esta etapa de su vida adulta. Lo pueden encontrar en Amazon:





Consejos para Dormir respaldados por la Ciencia.

 

Dormir y su respaldo científico

LinkedIn: www.linkedin.com/in/ricardo-s-puebla-wuth-8a4b3014

Hola a todos y a todos. Ha llegado hace poco a mi correo-e, el “Today in Science” que la revista Scientific American me envía regularmente. Hoy han enviado un resumen fantástico de Lauren J. Young, editora científica de la revista que desarrolla periódicamente muy buenos comunicados de Ciencias. En este número nos regala un artículo actualizado acerca de lo que la ciencia puede afirmar y soportar acerca del sueño , tema que este año ha sido muy “tocado” en redes sociales diversas no existiendo siempre un soporte de respaldo científico a mucho de lo que es comentado por las comunidades sociales de redes.   Tomando esto en cuenta, y para evitar problemas con una de las funciones básicas y principales de la psicofisiología humana, es que he tomado la decisión de entregarles este artículo, transcrito al castellano, para que en resumidas ideas principales, adviertan lo que puede ser aportado o sustentado por la ciencia actualmente en cuanto al sueño.

Lo dejo en claro: El artículo en cuestión es de la autoría de Lauren J. Young , en su totalidad. Yo solo me he hecho cargo de su transcripción al Castellano, ya colocarlo en este apartado para darlo a conocer a ustedes. Por tanto, los errores en la transcripción, si pueden libremente adjudicarse.

13 de diciembre de 2024                                                                   

Consejos para dormir respaldados por la ciencia de 2024 que le ayudarán a dormir mejor

Desde el “cóctel sin alcohol para chicas soñolientas” hasta las siestas reparadoras, los investigadores explicaron qué tendencias de sueño de este año realmente ayudan a tener un sueño de calidad.

Por  Lauren J. Young

Entre el trabajo, la escuela, los niños y otras cargas físicas y mentales que consumen nuestro tiempo y energía, a todos nos vendría bien un sueño mejor y más reparador. No hay duda de que dormir bien es importante para nuestra salud. Las investigaciones han vinculado la falta de sueño con  niveles de azúcar y metabolismo desequilibrados  y con un mayor riesgo de  problemas cardiovasculares  y  enfermedades neurológicas, incluida la demencia  . Y los cuerpos dormidos son muy volubles: la calidad del sueño puede verse fácilmente alterada por cualquier cantidad de perturbaciones ambientales o factores estresantes emocionales o físicos. Estamos canalizando algunos de los consejos y hallazgos respaldados por la ciencia más útiles que los expertos en sueño han compartido con nosotros este año, por lo que esperamos sentirnos más renovados y con más energía en 2025.

Las siestas breves durante el día agudizan la mente

Si te sientes aletargado a mitad del día, una siesta corta podría ser el refresco que tu cerebro necesita. Cada vez hay más pruebas que sugieren que las siestas rápidas durante el día pueden, de hecho, mejorar las habilidades de pensamiento crítico, la memoria, la productividad y el estado de ánimo. Como informa la columnista de Science of Health Lydia Denworth, hay una ciencia detrás de tomar siestas de manera efectiva .

Lo mejor es que las siestas duren entre 20 y 30 minutos y antes de las 5 p. m. para quienes suelen estar despiertos durante el día. Es tiempo suficiente para entrar en un ciclo de "sueño ligero", en el que es más fácil despertarse, y evitar interrupciones del sueño normal por la noche. Pero tenga en cuenta que tomar siestas muy largas con regularidad podría ser un signo de un problema de salud subyacente.

Permanecer en cama todo el día, o “pudrirse en la cama”, puede empeorar el sueño

“ La descamación ”, o la opción de permanecer en cama durante períodos prolongados de tiempo, es una de las tendencias de salud mental favoritas en las redes sociales. Las afecciones o discapacidades pueden hacer que las personas permanezcan en cama, pero la descamación se considera una especie de contracultura electiva a las actividades “productivas”: lo opuesto a trabajar, hacer ejercicio o estudiar. Las personas que sufren de descamación suelen afirmar que se sienten rejuvenecidas después de horas o incluso días en los que permanecen en cama y solo salen para ir al baño o buscar comida.

Pero los expertos afirman que este comportamiento puede alterar el reloj interno del cuerpo, o el ritmo circadiano, que controla los ciclos de sueño-vigilia. Esto podría alterar el impulso de dormir de una persona (haciéndola sentir inquieta cuando normalmente debería estar dormida) y las señales de sueño (haciéndola menos propensa a asociar su cama con momentos de sueño). Para salir de un ciclo de deterioro de la cama, los expertos dicen que primero evalúe la razón por la que siente la necesidad de ese tipo de recarga mental. Luego intente despertarse siempre temprano en su ciclo de sueño-vigilia, sin importar a qué hora se haya ido a dormir, y reciba luz natural durante una hora al despertar, si es posible.

El cóctel sin alcohol Sleepy Girl nos recordó que el magnesio es importante para dormir

El “ cóctel sin alcohol Sleepy Girl ”, una mezcla de jugo de cereza, agua carbonatada y Magnesio fue otra tendencia que despegó este año. Las personas en TikTok promocionaron que el sorbo casero las ayudó a conciliar el sueño más fácilmente. Pero la evidencia de que funciona está en el aire. Dicho esto, se ha demostrado que uno de los ingredientes, el magnesio, desempeña un papel en el sueño. El mineral puede ayudar a relajar los músculos y afectar las vías en el cerebro que estabilizan el estado de ánimo y la ansiedad. Los suplementos de magnesio se pueden encontrar en las farmacias locales, pero algunos tipos pueden actuar como un laxante que puede alterar el sueño.

Dormir en el suelo puede ser beneficioso para la espalda (en ocasiones)

La gente ha dormido en el suelo durante siglos y, para algunas culturas actuales, es importante para el bienestar. Algunas personas con ciertas dolencias de espalda también pueden encontrar especialmente útil dormir en el suelo .

Según algunos fisioterapeutas, acostarse boca arriba, estirado como una estrella de mar, o doblar las rodillas hacia arriba con la espalda apoyada en el suelo ayuda a estirar y aliviar la presión sobre la espalda. La firmeza del suelo también puede brindar más soporte que un colchón muy blando.

Sin embargo, muchos expertos coinciden en que esta práctica no es adecuada para todas las afecciones de la espalda. La planitud de los suelos puede provocar rigidez en las articulaciones, ejercer más presión sobre las caderas y los glúteos o reducir la forma curva de la columna vertebral, lo que puede provocar dolor de espalda.

Dormir solo puede ser mejor para ti y tu pareja

Una encuesta de 2023 descubrió que hasta un tercio de las parejas en los EE. UU. Sufrieron un "divorcio del sueño", una tendencia que se impuso aún más este año cuando más personas, incluidas celebridades, compartieron que eligen dormir separados de sus parejas para descansar mejor por la noche .

Algunas evidencias sugieren que dormir solo puede ser mejor para algunas parejas. Gran parte de ello tiene que ver con las diferencias en la compatibilidad del sueño. Las investigaciones han demostrado que las personas con diferentes horarios de sueño, como los trabajadores del turno de noche y los del turno de día, pueden dormir mal si comparten la cama, y ​​dormir con una persona que ronca mucho tiene más probabilidades de provocar fatiga y somnolencia diurna al día siguiente. Sin embargo, los investigadores señalan que dormir juntos tiene sus beneficios: puede brindar comodidad y apoyo emocional, lo que puede aliviar el estrés.

Remedios para cuando la ansiedad te mantiene despierto

Muchas personas perdieron el sueño por el estrés de las elecciones presidenciales de Estados Unidos de este año, y algunas pueden seguir despiertas por la ansiedad. Cualquier evento estresante puede alterar la calidad del sueño , pero los expertos dicen que hay consejos prácticos que las personas pueden seguir:

Antes de acostarte, deja de lado las pantallas y trata de evitar el doomscrolling o el consumo excesivo de noticias; deja de hacerlo cuando te sientas informado. Si te sientes exaltado o enojado, relájate antes de irte a la cama. Ya sea practicando meditación, bebiendo una bebida caliente, haciendo un rompecabezas o tejiendo, haz una actividad que te permita entrar en un estado de sueño primero, sin importar la hora que sea. Siguiendo una lección de la terapia cognitiva conductual, trata de convertir los pensamientos negativos en positivos concentrándote en cosas por las que estás agradecido, dice Sally Ibrahim, médica del sueño en el sistema de salud de University Hospitals en el noreste de Ohio.

“Si lo practico una y otra vez, esos pensamientos a su vez me calmarán. Me darán paz y alegría”, afirma. “Y ese tipo de cosas son las que ayudan no solo a nuestra salud mental, sino también al sueño”.

 

Es todo. Espero les haya gustado y motivado para conocer más acerca de este mecanismo de autoayuda, tan reparador.

Saludos a todas y todos. Qué estén bien.

El futuro del Trabajo humano, en la era de las IAs

 

Alternativas en la era de las IAs y los Brainbots

Un reciente estudio publicado por el equipo de Nataliya Kosmyna (MIT, 2025) reveló un hallazgo inquietante: usar herramientas de inteligencia artificial (LLMs) para redactar ensayos —como ChatGPT— disminuye la conectividad cerebral y genera una menor apropiación del contenido producido. A medida que las inteligencias artificiales (IAs) y los llamados Brainbots que son sistemas altamente favorables que simulan funciones cognitivas humanas asumen tareas rutinarias, administrativas o incluso cognitivas complejas, el panorama laboral experimentará una transformación profunda.

Lee el escrito que he preparado, en: www.linkedin.com/in/ricardo-s-puebla-wuth-8a4b3014


¿Quiénes se agotan más trabajando? - previendo los neuromitos

 

Trabajo Intelectual versus Trabajo Físico.                                

LinkedIn:  www.linkedin.com/in/ricardo-s-puebla-wuth-8a4b3014

(Previniendo los neuromitos)

Resumen
    El presente análisis aborda el agotamiento laboral desde una perspectiva neurocognitiva, diferenciando la carga energética entre el trabajo intelectual y el trabajo físico. Se cuestiona la creencia popular de que los trabajos sedentarios generan mayor desgaste que aquellos particularmente exigentes, explorando el rol del metabolismo cerebral en la percepción de fatiga. Se revisan conceptos clave, como la teoría de la carga mental, el síndrome de burnout y los modelos de estrés laboral, argumentando que el agotamiento no depende exclusivamente del gasto calórico, sino de factores psicobiológicos, emocionales y motivacionales. Se presenta evidencia científica sobre el consumo energético del cerebro en reposo y en actividad, desmitificando la idea de que el pensamiento intensivo produce un desgaste extremo. Se destacan estrategias de regulación como la meditación, la siesta y las pausas activas, enfatizando su impacto en el desempeño laboral y académico. Finalmente, se contextualiza el fenómeno del agotamiento dentro de la evolución sociocultural del trabajo y el envejecimiento, señalando la influencia de paradigmas industriales y tecnológicos en la percepción del esfuerzo humano.

Palabras clave: agotamiento laboral, neurocognición, carga mental, metabolismo cerebral, estrés laboral, envejecimiento, productividad.

Cita en formato APA:
Puebla Wuth, RS (2025). Agotamiento en el Trabajo: Mitos y Evidencias sobre el Desgaste Laboral. [Manuscrito inédito].


Resumen. Este artículo examina el agotamiento laboral desde una perspectiva neurocognitiva, comparando la demanda energética del trabajo intelectual con la del físico. Desafía la suposición generalizada de que los trabajos sedentarios provocan mayor fatiga que las ocupaciones básicamente extenuantes, investigando cómo el metabolismo cerebral influye en la percepción del agotamiento. Se discuten conceptos clave como la teoría de la carga mental, el síndrome de burnout y los modelos de estrés laboral, argumentando que la fatiga no está determinada únicamente por el gasto calórico, sino también por factores psicobiológicos, emocionales y motivacionales. Se presenta evidencia científica sobre el consumo energético cerebral basal y relacionado con la actividad, desmintiendo mitos sobre el desgaste cognitivo extremo. Se destacan estrategias regulatorias como la meditación, la siesta y las pausas activas por su impacto en el rendimiento laboral y académico. Finalmente, el fenómeno del agotamiento laboral se enmarca en la evolución sociocultural del trabajo y el envejecimiento, enfatizando cómo los paradigmas industriales y tecnológicos moldean la percepción del esfuerzo humano.
    

Palabras clave: agotamiento ocupacional, neurocognición, carga mental, metabolismo cerebral, estrés laboral, envejecimiento, productividad.

Cita APA:
Puebla Wuth, RS (2025).
Agotamiento laboral: mitos y evidencia sobre la fatiga ocupacional. [Manuscrito inédito].

 

 

 

¿Por qué resulta tan agotador el trabajo intelectual o de oficina?
    En las grandes ciudades, y en muchos otros lugares, las personas suelen asumir que sus empleos les generan un desgaste energético significativo, cuando su trabajo ocurre preferentemente detrás de un escritorio, considerándolo una carga difícil de sobrellevar. Pero ¿es realmente así?

¿Es el trabajo sedentario—pasar horas frente a un escritorio completando informes, realizando balances, rellenando formularios y tipeando escritos, analizando perfiles y muestras en un laboratorio, atendiendo clientes en un banco o una oficina pública, gestionando negocios, trabajando en notarías, tiendas o ventanillas—más agotador que el esfuerzo físico de un operario, jornalero u obrero? Y el de aquellos que desempeñan su labor de a pie, ¿su actividad es menos exigente; ¿Estás experimentando un tipo distinto de desgaste energético? Es decir: docentes, odontólogos, kinesiólogos, médicos, enfermeros, terapeutas, bailarines, actores, artistas callejeros, feriantes o comerciantes ambulantes, ... ¿tienen un desgaste energético diferente, o más liviano? La lista es extensa, y sin duda, faltan muchos más.

La cuestión central es clara: ¿qué exige más del cuerpo y la mente humana, un trabajo intensivo con mayor demanda preferente de procesos neurocognitivos o un trabajo que exige fuerza, destreza musculoesquelética y movilidad constante?

Les advierto desde ya -para no presuponer subjetivamente sobre la actividad física en sí misma- que los deportistas de alto rendimiento, en todos los deportes en que han sido investigados, muestran un muy alto rendimiento neurocognitivo  en Atención sostenida y Velocidad de procesamiento (esenciales para la toma de decisiones en la competencia), Memoria verbal y Visoespacial (fundamentales para la planificación estratégica y la ejecución de movimientos complejos), Tiempo de reacción y Percepción visual (determinantes en la capacidad de ajuste y respuesta ante estímulos deportivos) por lo que no son sujetos que utilicen en menos sus capacidades neurocognitivas [1] ; y, ciertamente en la competencia, la motivación y las emociones que transforman los sentimientos en empujes “ganadores”, son utilizados mayormente y están en gran medida fuera de discusión.

Pero ¿Es verdad que los que trabajan esencialmente “sentados” en su vida laboral, se ven generalmente más “avejentados” o desgastados energéticamente al final del recorrido porque han pasado su jornada estudiando, investigando, razonando, escribiendo, discutiendo, o trabajando de forma más sedentaria, que aquellos a los que les da el Sol todos los días en su trabajo o realizando acciones moviéndose músculo esqueléticamente siempre más cuando están laborando? ¿O es algo que solo nos parece que es así, y no hay evidencias científicas reales de ello?

Me lo han consultado en estos días, por si la investigación actual en neurociencias proporciona antecedentes -o, da una perspectiva realista y actualizada- sobre la relación entre el gasto energético que provoca el trabajo intelectual y sedentario en el cerebro, frente al mismo tipo de gasto energético que tendría la actividad física en el ejercicio o el trabajo físico propiamente como tal, y la relación de esto con el “cansancio” o agotamiento que se siente después de una jornada de trabajo, sobre todo para quienes trabajan en las o mantienen una actividad con amplia laboral despliegue neurocognitivo. Intentaré dar algunas luces al respecto sin comprometer mis propios intereses, espero; pues, yo pertenezco -sin duda- al primer grupo que he definido en este escrito.

Aclaración sobre el cansancio laboral         

Quisiera precisar mi punto de vista, dado que mi enfoque neurocognitivo podría influir en la interpretación de lo que expondré. El cansancio que experimentamos tras una jornada laboral no se explica únicamente por la energía metabólica utilizada en las tareas que acometemos—es decir, por la cantidad de calorías que ingerimos a través de los alimentos y consumimos después mientras trabajamos (o, quizás sea más correcto decir: mientras vivimos)[2]). Aunque este aspecto es relevante, no es el único factor en juego, como lo demuestra la literatura académica desde hace más de dos décadas.[3]. Si el agotamiento laboral depende exclusivamente de la energía metabólica utilizada al trabajo, ¿cómo podríamos explicar el caso de aquellas personas que, a pesar de largas jornadas de trabajo, mantienen entusiasmo y motivación en sus tareas? Cuando el propósito es claro, la satisfacción laboral es alta y el reconocimiento—sea individual o colectivo—es evidente, son muchos los que logran sostener un ritmo de trabajo eficiente sin experimentar fatiga extrema. Un fenómeno similar ocurre en muchos hogares, especialmente en países de Hispanoamérica, donde las mujeres asumen la labor de organización, gestión y distribución de bienes dentro del núcleo familiar, además de la crianza de hijos o nietos y el cuidado de ancianos y personas en situación de discapacidad. A pesar del esfuerzo continuo, muchas de ellas mantienen un compromiso firme con su trabajo cotidiano, impulsado por factores que van más allá del desgaste energético físico.[4].

En contraste, quienes padecen un agotamiento constante—ya sea físico, psíquico o psicofísico—suelen enfrentar dificultades para cumplir con tareas similares, aun bajo condiciones de vida equivalentes. Este desgaste se acentúa cuando los objetivos carecen de claridad, los resultados son inciertos o, peor aún, el entorno laboral no ofrece reconocimiento ni motivación genuina.

Ahora bien, esto del cansancio laboral es real y no solo aparente, existen varias teorías que explican el fenómeno abordándolo desde diferentes perspectivas; y, todas ellas me parecen válidas y distractivas, aunque solo la teoría de la carga mental parece ajustarse más a lo que me han consultado. Permítanme resumirlas aquí[5]:

·        Teoría del Estrés Laboral : Explica el agotamiento como una respuesta del organismo a demandas excesivas en el entorno de trabajo. Se basa en la idea de que el estrés prolongado puede afectar la salud física y mental, reduciendo la productividad.

·        Modelo de Burnout : Propuesto por Christina Maslach, describe el desgaste profesional como un síndrome caracterizado por agotamiento emocional, despersonalización y baja realización personal. Es común en profesiones con alta carga emocional, como la enseñanza y la salud.

·        Teoría de la Carga Mental : Sostiene que el cansancio no solo depende del esfuerzo físico, sino también de la cantidad de procesamiento cognitivo requerido. Los trabajos con alta demanda neurocognitiva pueden generar fatiga mental, afectando la toma de decisiones y la concentración.

·        Modelo de Demandas y Recursos : Plantea que el agotamiento laboral surge cuando las demandas del trabajo superan los recursos disponibles para afrontarlas. Factores como el apoyo social y la autonomía pueden mitigar la fatiga.

Cada una de estas teorías aporta, sin duda, una perspectiva valiosa sobre el impacto del trabajo en la salud y el bienestar. Y, esto es lo que realmente hacen, es decir no están investigando la o las causas reales del agotamiento o cansancio laboral. Si no que están más bien, desarrolló ideas que justifican el hecho de que el agotamiento o cansancio laboral sí existe y, el considerarlo permite tener en cuenta este factor de productividad en el ámbito de la eficiencia laboral.

La construcción sociocultural de la vejez y la predisposición al trabajo.

A lo largo de la historia, la sociedad occidental ha desarrollado representaciones recurrentes de distintos tipos de individuos y sus trabajos. Escritores, pintores y actores han dado forma a imágenes de aquellos que, refugiados en el intelecto, buscaban responder a sus inquietudes, así como de quienes llevaban vidas aventureras o heroicas, cuyas hazañas servían para transmitir ideales comunitarios. Sin embargo, quienes llevaban una vida cotidiana de trabajo, socialización y convivencia ciudadana han sido menos representadas. De los millones de personas que han habitado el escenario humano a lo largo de los milenios, contamos con escasas evidencias reales sobre la vida de la denominada gente común y corriente. Curiosamente, muchos personajes intelectuales y aventureros lograron alcanzar la vejez, y con el tiempo, su voz adquiría mayor relevancia, enriquecida por las experiencias acumuladas. Esta imagen recurrente—la idea de que una vida dedicada al pensamiento conduce a la vejez, representada por figuras serias y cansadas—se ha arraigado profundamente en nuestro discurso sociocultural, instalado desde hace generaciones.[6].

De igual forma, la percepción de la fatiga y el desgaste en el trabajo ha estado profundamente influenciada por la conceptualización de la producción industrial durante la Revolución Industrial. La mecanización promovió una asociación entre el rendimiento humano y el funcionamiento de las máquinas, promoviendo la idea de que la disminución del esfuerzo y la productividad obedecía principalmente a una falta de energía, similar al agotación de una máquina. Esta visión, centrada en la eficiencia y el rendimiento, llevó a industriales y empresarios a invertir en maquinaria como estrategia para aumentar la producción, a menudo en detrimento de la contratación de mano de obra o en la reducción de la edad de los trabajadores, privilegiando una fuerza laboral joven, considerada más productiva y enérgica.[7]. Hoy, aunque la economía es menos industrializada y más tecnológica, la lógica productivista sigue vigente. La industria, con su creciente enfoque en la robótica y la inteligencia artificial, continúa presionando inmisericordemente, amenazando la estabilidad laboral y redefiniendo el papel de los trabajadores en la sociedad. Este modelo, centrado en la producción más que en las personas y la convivencia, plantea desafíos que deben ser abordados para garantizar que la evolución tecnológica no desplace ni desvalorice el esfuerzo humano.

Sin embargo, más allá de esta simplificación, la fatiga laboral responde a múltiples factores tales como a: las condiciones de trabajo, las largas jornadas sin tiempos ni límites de horarios en la actualidad, la competencia inmisericorde en busca siempre de una “mano de obra barata”, y el impacto físico y emocional del empleo. Comprender esta relación es clave para analizar cómo los paradigmas industriales han moldeado nuestra concepción del trabajo y del desgaste humano a lo largo del tiempo. Y, aún permanecen con nosotros en nuestro medio socio cultural.

Hay mucha evidencia actualmente acumulada, acerca de las variadas condicionantes que pueden explicar realmente el cansancio o el agotamiento en tu vida laboral; y, muchas de ellas presentan, desde mi perspectiva, algún componente psicobiológico que podría ayudar a explicar de mejor y de más variada forma este agotamiento que asociamos aún tan directamente a la cantidad de calorías (energía) que podríamos tener o no tener a partir de nuestro metabolismo calórico. Con este escrito apunto más que nada, a desmitificar la continua justificación que hacen las personas de que el “agotamiento” o cansancio que les producen el trabajo intelectual o de oficina, tiene su base en el excesivo gasto de calorías que hacen las neuronas en el cerebro cuando este órgano se está utilizando en exceso; y, que este descomunal gasto energético es mucho mayor que la cantidad de energía que utilizan quienes deben desarrollar principalmente actividad física (entiéndase: músculo esquelético) en lo laboral . Cualquier aporte anexo, lo recibiré con mucho gusto; y, si quieren que explicaciones de otros condicionantes psicobiológicos, estoy dispuesto a entregar más datos.

 

Aquí vamos. Te presento las evidencias clave que he podido averiguar:

1. El Cerebro: Un Órgano "Costoso" en Reposo

·        Alto consumo basal: El cerebro humano, aunque representa solo el 2% del peso corporal, es increíblemente demandante energéticamente. En estado de reposo , consume aproximadamente el 20% del gasto energético total del cuerpo , lo que es parte de tu metabolismo basal. Esto se debe a la necesidad constante de mantener el potencial de membrana de las neuronas, el transporte de iones, la síntesis de neurotransmisores, la degradación de sustancias bioquímicas fruto de procesos intra y extracelulares continuos, y otras funciones básicas que garantizan su operatividad 24/7.

·        Glucosa como combustible principal: La principal fuente de energía del cerebro es la glucosa. Su suministro es continuo y vital para su funcionamiento. EL CEREBRO NO ALMACENA LA GLUCOSA, SOLO PUEDE UTILIZAR LO QUE LE ENTREGA EL RIEGO SANGUÍNEO.

·        El oxígeno es el otro componente fundamental: Las neuronas, así como solo pueden consumir la glucosa que proviene del flujo sanguíneo en el momento, requieren de una adición constante de Oxígeno. Este elemento químico es fundamental para mantener el funcionamiento metabólico, en las células nerviosas. No hay otra forma de transformar la energía de la glucosa en energía bioquímica disponible para el funcionamiento neuronal.

2. La neurocognición y la fatiga física están estrechamente relacionadas

·        Esto es así, ya que el esfuerzo mental sostenido puede influir en la percepción del cansancio físico y en la capacidad del cuerpo para recuperarse. El control cognitivo, alojado en la corteza prefrontal, permite seleccionar pensamientos y acciones para alcanzar una meta. Sin embargo, cuando se mantiene por períodos prolongados, puede generar fatiga mental, reduciendo la eficiencia de las funciones ejecutivas como la toma de decisiones y la regulación emocional. Sin embargo, esto puede deberse igualmente a que los terminales sinápticos de los circuitos neurales, en las diferentes vías neuroquímicas cerebrales, tienen una tasa de síntesis y desgaste que requiere siempre de un tiempo de latencia (un retraso programado) a medida que está en funcionamiento prolongado. Es decir, a medida que se utilizan las vías neuroquímicas hay que prever la tasa de desgaste y recuperación de neurotransmisores en los terminales sinápticos, para mantener su óptima utilización.

·        Desde una perspectiva fisiológica, la fatiga física y la mental comparten mecanismos de regulación energética, pero no están relacionados con el agotamiento laboral. La teoría del agotamiento de los recursos sugiere que el esfuerzo cognitivo consume energía, pero esto igualmente ocurre con la actividad física propiamente como tal, lo que puede generar una sensación de cansancio similar. Además, la fatiga en el daño cerebral sobrevenido muestra cómo ciertos circuitos neuronales si pueden influir en la percepción del esfuerzo y la recuperación tras una lesión; pero esto es más bien extremo. En términos prácticos, esto explica más el por qué una jornada intensa de trabajo intelectual puede generar una sensación de agotamiento comparable a la fatiga física, afectando principalmente a la motivación y al rendimiento debido a cambios de estados de ánimo y humor que están regulados por vías neuroquímicas específicas, que a un enlentecimiento de procesos neurocognitivos específicos lo que son muy resistentes y están, salvo casos extremos, habilitados para un funcionamiento prácticamente estable. Sin embargo, surja aquí dos aspectos interesantes del trabajo mental: la motivación y el rendimiento; y, ambos, pueden ser explicados en términos neurológicos y no necesariamente, en términos energéticos[8].

·        Hay que resaltar aquí, el que la fatiga neurocognitiva puede afectar significativamente el rendimiento académico en los estudiantes, ya que compromete funciones clave como la atención, la memoria y la toma de decisiones . Cuando el cerebro experimenta un agotamiento prolongado, los estudiantes pueden enfrentar dificultades para concentrarse, procesar información y mantener la motivación.   Un estudio sobre la relación entre neurocognición y aprendizaje universitario encontró que los estudiantes con bajo rendimiento neurocognitivo presentan mayores dificultades en los procesos de aprendizaje, mientras que aquellos con débil capacidad metacognitiva tienen problemas de adaptación académica. Esto sugiere que la fatiga mental no solo impacta el desempeño en tareas cognitivas, sino también la capacidad de los estudiantes para ajustarse a las exigencias del entorno educativo.[9].   Por otro lado, indica igualmente, que estas consecuencias podrían no deberse únicamente a una deficiencia energética o calórica de base, sino que puede haber otros componentes involucrados; como, p.ej. lo que podría ocurrir con un agotamiento (desgaste) de neurotransmisores en los terminales sinápticos de las vías circuitos que se ocupan más de la motivación, o el desempeño atencional, o la memoria de trabajo actores principales de la actividad laboral o estudiantil que se ocupan de las llamadas Funciones Cerebrales Básicas.

·        Además, la fatiga cognitiva puede generar estrés, irritabilidad y reducción de la productividad como consecuencia, lo que da cuenta más bien de la importancia y trascendencia de las emociones en el tratamiento neurocognitivo; dificultando inevitablemente la resolución de problemas y la retención de información. En entornos académicos, esto se traduce en una menor eficiencia en el estudio, mayor tendencia a cometer errores y una disminución en la calidad del aprendizaje. 

3. Trabajo Intelectual y Gasto Energético Adicional: Mínimo pero Significativo

·        Aumento marginal del gasto energético en tareas cognitivas: Si bien el cerebro es un gran consumidor de energía en reposo, el incremento en el gasto calórico durante tareas intelectuales intensas—como la resolución de problemas complejos, el estudio para un examen o la profunda concentración—es relativamente bajo en comparación con el consumo basal. Se estima que este aumento oscila entre un 5% y un 10% adicional , lo que refuta la idea de que el trabajo neurocognitivo genera un consumo energético significativamente superior.

·        Aunque está comprobada la dilatación sectorial de los vasos capilares en respuesta a tareas cognitivas específicas—lo que implica un aumento en el flujo sanguíneo y, por ende, un mayor suministro de glucosa y oxígeno a áreas cerebrales concretas—este fenómeno no se traduce en un incremento significativo del gasto calórico real. Este principio es fundamental en el funcionamiento de técnicas de neuroimagen como la resonancia magnética funcional (fMRI) , que analiza la actividad cerebral a partir de los cambios en el flujo sanguíneo y lo utilizamos hoy en día en forma recurrente. Sin embargo, el aumento del flujo capilar cerebral durante la actividad cognitiva no implica una elevación del metabolismo basal que supere la décima parte del gasto total del cerebro en estado de reposo.

  • Ejemplos de estudios:

o  Costo energético de procesos cerebrales con especial énfasis en aprendizaje y memoria – Este estudio analiza el consumo de energía en el cerebro y cómo se distribuye en procesos como el aprendizaje y la memoria, destacando que el gasto energético adicional en tareas cognitivas es marginal en comparación con el metabolismo basal[10].

o  Relación entre actividad física, procesos cognitivos y rendimiento académico – Examina la influencia de la actividad física en los procesos cognitivos y el rendimiento académico, proporcionando datos sobre el impacto del gasto energético en la función cerebral[11].

o  Evolución de la atención, concentración y rendimiento académico tras una intervención basada en descansos activos – Este artículo explora cómo la actividad cognitiva y los descansos afectan la concentración y el rendimiento, lo que puede ayudar a contextualizar la relación entre esfuerzo mental y gasto energético[12].

o  Un estudio comparó el gasto energético de estudiantes que realizaban trabajo intenso en computadoras con un grupo que descansaba. Aunque la energía utilizada por ambos fue casi la misma, aquellos que hicieron trabajo mental reportaron mayor fatiga y tendieron a ingerir más calorías después de la tarea. Esto sugiere que, si bien el gasto directo no es dramático, puede influir en la regulación del apetito o la percepción de fatiga.

o  Investigaciones han demostrado que, por ejemplo, los ajedrecistas queman un promedio de 1.67 calorías por minuto mientras juegan, lo que es un aumento modesto en comparación con el reposo, pero que se acumula con el tiempo.

·        Fatiga no es igual a gasto calórico: La sensación de "agotamiento mental" después de un día de trabajo intelectual intenso es real, pero no se traduce necesariamente en un gasto calórico equivalente al de un ejercicio físico extenuante. Esta fatiga puede estar más relacionada con la depleción de neurotransmisores, el estrés oxidativo o la acumulación de subproductos metabólicos , más que con una quema enorme de calorías.

4. Trabajo Físico y Gasto Energético: Mucho Mayor

·        Dependencia de la intensidad y duración: El gasto energético del trabajo físico es directamente proporcional a la intensidad, duración y tipo de actividad. Actividades moderadas a intensas (correr, levantar pesas, deportes) pueden aumentar el gasto calórico total en cientos o incluso millas de calorías por hora, superando con creces el consumo cerebral adicional durante el trabajo intelectual.

·        Activación muscular generalizada: El trabajo físico involucra grandes grupos musculares, lo que requiere un suministro constante de energía para la contracción muscular, el mantenimiento de la temperatura corporal, la respiración y la circulación sanguínea.

 

Conclusiones para mis estudiantes:

Ø  Es crucial que se entienda que el cerebro es un órgano metabólicamente muy activo, incluso en reposo, constituyendo una parte significativa del metabolismo basal . Sin embargo, el aumento de energía consumida por este durante tareas cognitivas intensas es relativamente pequeño en comparación con el gasto calórico que se produce durante el trabajo físico.

Ø  El "cansancio mental" es -sin embargo- una experiencia genuina, aunque multifactorial , que va más allá de la simple quema de calorías y puede estar más bien relacionada con la regulación de los neurotransmisores y el desgaste intracelular que estudiarán a futuro. Es una distinción importante para desmitificar la idea de que "pensar mucho adelgazar a las personas" en la misma magnitud que la actividad física, lo cual no es correcto.

Ø  Es bueno enfatizar en esta área de trabajo, que comprender el metabolismo cerebral es clave para entender cómo el cerebro gestiona sus recursos y cómo factores como las motivaciones, el estado de ánimo, el estrés y la nutrición pueden afectar su rendimiento cognitivo y emocional.

Ø  Igualmente, cobra aquí importancia relevante el papel que tienen, desde la perspectiva de regulación neurológica, acciones tales como:

-       la meditación , en la que disminuyen notablemente los niveles de neurotransmisores que condicionan y producen aumento del estrés en las personas;

-       la siesta , ese período de 10 a 20 minutos (y, no más que eso) que debiéramos tomarnos todos los días después de una jornada matutina de trabajo recupera sobremanera la cantidad de neurotransmisores en las vías de la alerta y la atención sostenida;

-       la conversación relajada e informal (socialización), sin alimentar discusiones, lo que devuelve rápidamente los niveles de endorfinas que sustentan la colaboración desinteresada y la agrupación comunitaria nivelando las concentraciones de dopamina y serotonina en las vías neuroquímicas que tienen que ver con las motivaciones y los estados de ánimo; y,

-       las pausas activas , que nos permiten devolver a nuestro sistema psicomotor las capacidades de movimiento y relajación tensional propias de la actividad obligada ante el cumplimiento de tareas.

Por supuesto, acompaño lo señalado aquí con las referencias siguientes.

Artículos de Revisión y Estudios Clave:

1.    Raichle, ME, y Gusnard, MA (2002). Evaluación de la energía oscura del cerebro. Tendencias en Neurociencias , 25(8), 437-443.

o   Aunque es un artículo de hace un par de décadas, es fundamental para comprender el concepto de "energía oscura" del cerebro, es decir, el alto consumo energético basal del cerebro incluso en ausencia de tareas específicas. Sigue siendo una referencia crucial.

2.    Attwell, D., y Laughlin, SB (2001). Presupuesto energético para la señalización en la sustancia gris cerebral. Journal of Cerebral Blood Flow & Metabolism, 21(10), 1133-1145.

o   Este estudio proporciona una estimación detallada de cómo se distribuye la energía en el cerebro, destacando que la mayor parte se destina a mantener los potenciales de membrana y el procesamiento de señales básicas, no necesariamente a la cognición activa.

3.    Sokoloff, L. (1981). Relaciones entre la actividad funcional local, el metabolismo energético y el flujo sanguíneo en el sistema nervioso central.1 Basic and Clinical Neurosci., 1, 1-27.

o   Un clásico que desarrolló las bases de la relación entre la actividad neuronal, el metabolismo energético y el flujo sanguíneo cerebral, principios que aún se utilizan en técnicas como la fMRI para inferir actividad neuronal a partir del consumo de glucosa y oxígeno.

4.    Howarth, C., Gleeson, P. y Bouvier, M. (2012). ¿Cuál es el coste metabólico del pensamiento? Journal of Neuroscience, 32(31), 10587-10591.

o   Aborda directamente la pregunta de tu consulta, destacando que, si bien hay un aumento en el consumo de energía durante tareas cognitivas, este incremento es modesto en comparación con el alto costo basal del cerebro.

5.    Shulman, RG, Rothman, DL y Hyder, F. (2004). La base metabólica de la función cerebral: un estudio de resonancia magnética funcional de la corteza visual humana. Actas de la Academia Nacional de Ciencias, 101(9), 3192-3197.

o   Utiliza fMRI para investigar el metabolismo cerebral durante tareas visuales, mostrando cómo los cambios en la actividad cerebral se correlacionan con cambios sutiles en el gasto energético.

6.    Jamadar, SD y Miller, JA (2025). ¿Cuánta energía se necesita para pensar? Revista Quanta (Artículo de divulgación que resume investigaciones recientes, publicado en junio de 2025).

o   Aunque es un artículo de divulgación, es sumamente relevante porque aborda las últimas investigaciones sobre el costo metabólico del pensamiento. Indica que el aumento en el consumo de energía durante las tareas activas es solo de un 5% más en comparación con el cerebro en reposo, lo que refuerza la idea de que el gasto basal es el predominante. Este tipo de artículos es excelente para la comprensión de tus estudiantes.

Libros (para un contexto más amplio):

1.        Purves, D., Augustine, G. J., Fitzpatrick, D., Hall, W. C., LaMantia, A. S., McNamara, J. O. y White, L. E. (Eds.). (2018). Neurociencia (6.ª ed.). Oxford University Press.

o   Un libro de texto estándar en neurociencia que incluye secciones detalladas sobre el metabolismo cerebral, la bioenergética neuronal y cómo se apoya la función sináptica y la actividad neuronal.

2.        Squire, LR, Berg, D., Bloom, FE, Du Lac, S., Ghosh, A. y Spitzer, NC (Eds.). (2013). Neurociencia Fundamental (4.ª ed.). Prensa Académica.

o   Similar al anterior, este libro ofrece una cobertura exhaustiva de la neurociencia, incluyendo capítulos sobre el metabolismo y la bioenergética del sistema nervioso.

3.        Eagleman, D. (2024): Una roja viva. La historia interna de nuestro cerebro en cambio permanente (1ª ed. en español). Serie argumentos. Editorial Anagrama: Barcelona.

o   Un libro realmente extraordinario, con una visión inspiradora de difusión científica. Su actualidad y riqueza bibliográfica, lo hacen un texto obligatorio de consulta para quienes se sienten atraídos por este tipo de temáticas.

 

Para tomar en cuenta, mencionen a sus estudiantes o compañeros de trabajo que:

·        Se puede mencionar que la investigación sobre el metabolismo cerebral y el gasto energético se beneficia de numerosas técnicas avanzadas como la resonancia magnética (fMRI) y la tomografía por emisión de positones (PET) , que permiten observar los cambios metabólicos en tiempo real durante diferentes tareas.

·        Recalca que la "fatiga mental" que experimentamos no se debe tanto a una "quema" masiva de calorías como a otros mecanismos, como la acumulación de subproductos metabólicos , la agotamiento (vaciamiento) de neurotransmisores o simplemente la regulación de la homeostasis energética (como la glucosa o el glucógeno cerebral en microglía y astrocitos) del cerebro, que busca preservar los recursos.

Gracias por la atención, …

Prof. Ricardo S. Puebla Wuth

 



[1] Alfonso Mantilla, JI (2019): Neurociencia y entrenamiento en el deporte de alto rendimiento. Revista Iberoamericana de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte . vol. 14:1:79-90.

[2] Lo aclararé después, en este mismo escrito.

[3]Nogareda Cuixart, S. (2014): NTP 1011: Determinación del metabolismo energético mediante tablas – Año 2014. https://www.insst.es/documentacion/colecciones-tecnicas/ntp-notas-tecnicas-de-prevencion/29-serie-ntp-numeros-996-a-1030-ano-2014/nota-tecnica-de-prevencion-ntp-1011

Vargas, M. y cols. (2010): Gasto energético en reposo y composición corporal en adultos. Rev Fac. Med. 2011 vol. 59 núm. 1 (Suplemento 1:1); http://www.scielo.org.co/pdf/rfmun/v59s1/v59s1a06.pdf

Ministerio del Trabajo, Colombia y Universidad Javeriana de Colombia (2015): Síndrome de Agotamiento Laboral – “Burnout”. Protocolo de prevención y actuación. https://www.amfpr.org/wp-content/uploads/10-Protocolo-prevencion-y-actuacion-burnout.pdf

[4]Giaconi Morris, CA (2021): Mujeres y Resistencia. Tesis de Grado de Maestría, UChile. https://repositorio.uchile.cl/bitstream/handle/2250/179075/Mujeres%20cuidados%20y%20resistencias.pdf?sequence=1

Fernández Torralbo, CM, Cueto Torres, I., & Grande Gascón, ML (2020). Diferencias de carga en el cuidado asociados al género.  Ene14 (1), 1416. Epub 09 de noviembre de 2020. Recuperado en 16 de junio de 2025, de http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1988-348X2020000100006&lng=es&tlng=es .

Piña Morán, Marcelo y Gómez Urrutia, Verónica. (2019). Envejecimiento y género: Reconstruyendo los roles sociales de las personas mayores en los cuidados.  Revista Rupturas9 (2), 23-38.  https://dx.doi.org/10.22458/rr.v9i2.2521

Gobierno de Chile, Subsecretaría del Trabajo: Informe de Trabajo y Vida Familiar (marzo, 2023): https://www.subtrab.gob.cl/wp-content/uploads/2023/04/Informe-Acompanamiento-PL-Conciliacion-TF.pdf ;

Gómez Urrutia, V. & Jiménez Figueroa, A. (2015): Corresponsabilidad familiar y el equilibrio trabajo-familia: medios para mejorar la equidad de género. Polis, vol. 14 (40): 377-396;

Díaz Muñoz, JG (2017). Mujeres, Trabajo y Familia. Una perspectiva de género desde América Latina. Revista multidisciplinaria de estudios de género , 6 (3), 1439-1462.

[5]Rodríguez Carvajal, R. & de Rivas Hermosilla, S. (2011): Los procesos de estrés laboral y desgaste profesional (burnout): diferenciación, actualización y líneas de intervención; Med Segur Trab (Internet); 57. Suplemento 1: 1-262;

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[6]De Alba González, M. (2017): Representaciones sociales y experiencias de vida cotidiana de los ancianos en Ciudad de México. Estudios Demográficos y Urbanos, vol. 32, n° 1 (94), 9-3;

Monchietti, A. et al. (2010): Funcionamiento Cognitivo en la Vejez, su Campo Representacional. Límite. Revista de Filosofía y Psicología. vol. 5, nº 22; 89-110.

[7]Hofmeester, K. y Van der Linden, M. (Eds.) (2018): Manual de Historia Global del Trabajo. © Walter de Gruyter GmbH: Berlín/Boston; https://ccfprosario.com/maquinaria-en-la-revolucion-industrial/ ; https://historia.ovh/la-tecnologia-en-la-revolucion-industrial-un-cambio-economico-radical/

 

 

[8]A. Juárez-Belaúnde, E. Orcajo, S. Lejarreta et al. (2024): La fatiga en el daño cerebral sobrevenido Revisión. Neurología; 39:178—189

[9]Gaete-Fernández, M., Gómez Gallego, M., Mendoza-Apaza, Y., Quintana-Silva, K., & Gómez García, J. (2023). Validación de batería neuropsicológica y metacognitiva en estudiantes universitarios: evaluación de procesos de aprendizaje y adaptación. Rev. CES Psico, 16(1), 62-87. https://dx.doi.org/10.21615/cesp.6268

[10]Lareo, L. R (2006): Costo energético de procesos cerebrales con especial énfasis en aprendizaje y memoria. Universitas Scientiarum, vol. 11:. 2, jul-dic, 2006, pp. 77-84 Pontificia Universidad Javeriana Bogotá, Colombia

[11]Reloba, S., Chirosa, LJ y Reigal, RE (2016). Relación entre actividad física, procesos cognitivos y rendimiento académico de escolares: revisión de la literatura actual. Revista Andaluza de Medicina del Deporte, 9(4), 166-172. https://dx.doi.org/10.1016/j.ramd.2015.05.008

[12]  Arribas-Galarraga, S. & Maiztegi-Kortabarria, J. (2021). Evolución de la atención, concentración y rendimiento académico tras una intervención basada en descansos activos. Revista Electrónica Interuniversitaria de Formación del Profesorado, 24 (3), 87-100.